martes, 13 de noviembre de 2012

The Impossible Project

Me he comprado una cámara Polaroid. Una Supercolor 1000, del tipo SX 70.

Sí, lo admito, ha sido un capricho.

Pero menuda pasada.


Siempre he sentido atracción por estas cámaras, desde que a mi prima en su comunión le regalaron una rosa chillona con el logotipo de Barbie al dorso. En una época en la que la fotografía digital todavía no era muy accesible e ibas a las tiendas a revelar las fotos que habías hecho con esa camarita de cartón desechable marca Kodak, esperando que no fueran terribles o que al menos no hubieras puesto un dedo delante del objetivo en la mitad de las fotos.

Llegó la fotografía digital, podías ver tus fotos al instante y desecharlas si no habían salido bien, editarlas en el ordenador y almacenarlas "ad infinitum", sin que ello suponga una pérdida de la calidad de las mismas. Sin embargo, el gusanillo seguía ahí, veía una Polaroid en un escaparate y pensaba "Esta puede ser mía", pero no iba a más la cosa. Ciertamente se trataba de un simple capricho infantil.



El pasado viernes, paseando por el centro, entré en Santana, la tienda de fotografía de la plaza del pan. Me asomé al escaparate soñando tener algún día un teleobjetivo o un gran angular como los de la vitrina de cristal y mi mirada se posó sobre las polaroids, despertó.

Al llegar a casa busqué y busqué por Internet, tal vez alguien las vendía de segunda mano... pero no ví nada interesante alguien pudiera ofrecerme y que viviera por aquí cerca (para poder examinar el producto), pero no eran demasiado caras. Pasé a las páginas un poco más "oficiales" y encontré The Impossible Project, una web donde intentaban revivir el concepto Polaroid y habían creado una película de calidad para la cámara y se dedicaban a la reparación de estas cámaras (algunas bastante antiguas), resulta que tenían un distribuidor en Barcelona y tenían tienda online... Uy, uy, uy, me estaba acercando.


Y efectivamente, encontré una cámara a un precio que me podía permitir (aunque cara, a mi modo de ver) y no lo dudé ni un segundo (mentira, lo dudé un rato... esperando que desaparecieran las ganas, pero al final caí) y mía era. Una cámara del año 77, con un diseño sencillo pero bonito. La película (lo más caro, sin duda) la venden en una tienda de Sevilla (Martín Iglesias), por lo que tenía ambos elementos para empezar a hacer fotos.

A ver qué tal la pijada esta... :-)

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